La meritocracia y el tercio superior, a lo bestia


Hace algunos años escuché a algunos estudiantes de Bibliotecología que estaban a favor del tercio superior pues la meritocracia debía ser la base para cualquier evaluación, de mi parte apoyo que los mejores deben estar primero pero el error estaba en basarse en un prejuicio que se cernía sobre aquellos infortunados que aprobaban los cursos con menos de 14 o 13. La meritocracia es un buen principio en la elección de los profesionales, pero esta debe incluir, además de las notas o promedios, el nivel de eficiencia, la inteligencia emocional, entre otras cualidades y competencias profesionales entendidos como la capacidad de lidiar ante los problemas, desarrollo y mejoramiento de ideas, creatividad, en fin, un montón de indicadores que muchas veces se obvian en perjuicio de la misma institución, que sumado a casos de nepotismo, vara, etc. dejan de lado inclusive a los que se esforzaron estudiando con su tercio y todo en la calle.

No todos son iguales, se supone que los más inteligentes están en lo alto de la pirámide, pero si los ineptos que treparon gratis hasta la cúspide impiden los escalafones regulares entonces ni siquiera se alegren si la ley se impone, como suele hacerse en este gobierno, a la bruta, a lo bestia, esto debido a que no se tiene un esfuerzo para desarrollar mejores formas para la elección de los mejores profesionales para la educación peruana; el pensamiento retrógrado de que solo los que obtienen mejores notas son los mejores no hace sino confirmar lo contrario pues muchos de los que se ufanan en quedar bien con el profesor o los que se sacan las más brillantes notas, no trabajan, no llevan a la práctica sus conocimientos, se dedican a la memorización de textos empobreciendo su nivel de pensamiento crítico, contradictorio con la esencia de la universidad, degradando la calidad que se supone deben buscar los profesores. Desafortunadamente, hay una mayoritaria opinión en favor de la polémica ley por parte de la ciudadanía, lo que explica su paupérrimo nivel de conocimiento y capacidad de pensar, producto de una formación se ha arraigado desde siempre en los colegios del Perú: la competencia por el mérito superior, la carrera por ser el primero de la clase, el anhelo del primer puesto en el salón o al menos pertenecer al tercio, un fraude a todas luces, una estafa en la que millones de peruanos han tenido que afrontar al salir a la calle, y es este mismo engaño el que se quiere imponer, ya no se sabe si consciente o inconscientemente, en el sector educación, para la elección de profesores en los concursos públicos. Como bibliotecólogo, tengo que opinar en contra de este absurdo, todos los que han estudiado la carrera deben tener más o menos la misma idea, como facilitadores en el proceso de la transferencia del conocimiento, la educación es también nuestro rollo, por si no lo han notado.

En 2002, tuve el privilegio de ser miembro del jurado para la elección de docentes de la escuela de Bibliotecología de San Marcos, si uno leía las bases de aquel concurso, podría con justa razón pensar que, dada la calidad de algunos concursantes, en muchas materias se podría declarar desierto (jajaja), pero la urgencia apremiaba, se había permitido el ingreso de demasiados estudiantes y a la carencia de aulas se sumaba el déficit catedrático, lo que explica la imposibilidad obligada de rechazar a algunos aspirantes, lo más importante era pues cubrir las plazas, "con lo que sea", anyway, no recuerdo que haya habido en la hoja de evaluación algún ítem sobre el promedio de notas en los pregrados, ni se exigía haber pertenecido al tercio superior, con las justas te daban puntaje si perteneciste al tercio estudiantil pero nada que ver con el promedio de notas, de haber sido así quizá nadie se hubiera presentado. Salvando la distancia con la educación escolar, la plaza del docente en una universidad pública como San Marcos, tampoco es tan lucrativa que digamos, es el nombre de la Decana de América lo que la hace atractiva, eso lo sabe cualquiera que pertenezca o no al tercio superior de notas, de ahí que en la evaluación se tomen como indicadores el nivel de producción científica, la participación en certámenes académicos, la capacitación posgrado, el manejo de idiomas, además de la experiencia profesional misma partiendo desde la obtención del título como es debido, entre otros. Truncar todos esos indicadores en favor del tercio superior es simplemente frenar toda una carrera degradando la meritocracia al limitarla al promedio de notas.
Finalmente, al criterio del tercio superior habría que someter también a quienes lo promueven, el ministro Chang que ni terminó la carrera en el tiempo debido, siendo expectorado de la Universidad Católica, tuvo que terminarla en una universidad aprista. Es la peor expresión de la conchudez ¿Que promedio de notas tendrían nuestros mal llamados padres de la patria? por último, ¿porque el tercio superior no debería ser el que elija nuestros gobernantes? mejor aún, si solo los que tienen una formación decentemente integral eligieran nuestros gobernantes, jamás habríamos tenido que soportar fujimoris, ni castañedas, ni alvas castros, ni alanes Garcías, etc.

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